viernes, 8 de agosto de 2025

Entrevista en las tardes de la Cope a Olek'Arte

 


El antiguo complemento para combatir el calor que cada vez está atrayendo más a los jóvenes en España: podrías tener uno en casa
Israel Remuiñán habla en 'La Tarde' con Julia Ramos, una artesana que se dedica a hacer este complemento en su negocio

César Bernal

Publicado el 07 ago 2025, 18:41

https://www.cope.es/programas/la-tarde/noticias/antiguo-complemento-combatir-calor-vez-atrayendo-jovenes-espana-podrias-casa-20250807_3196720.html

Cuando aprieta el calor y llegan las vacaciones, nos acordamos de la piscina, de la playa, de los helados, del aire acondicionado y de ese aire acondicionado de toda la vida que es el abanico. De hecho, ¿quién no ha hecho ese gesto tan común y veraniego de abrir un abanico y moverlo con gracia? En verano, el abanico se convierte en un imprescindible y seguro que si piensas en él, se te viene a la mente todo tipo de colores, de diseños o de tamaños, muchos más de lo que la gente piensa.

Israel Remuiñán entrevista en La Tarde a Julia Ramos, directora del taller de artesanía Olek´arte, con el fin de descubrir que el oficio abaniquero aún tiene hueco y en este caso, apenas tenemos que irnos hasta Moratalaz para descubrirlo.

Una oportunidad comercial
Julia, una diseñadora de moda con 40 años de experiencia en el sector, encontró en el abanico una oportunidad: “Empecé en la moda y entonces uno de los complementos que vi que me fallaba, que no me gustaba nada el tipo de dibujo que había y que no iban con mis colecciones era el abanico” cuenta la diseñadora.

Esta inconformidad la llevó a crear sus propios diseños, inspirados en el estilo impresionista de Monet y Manet: “Guardando las distancias, es una mancha que cuando tú la miras ves algo, pero no hay nada definido y dependiendo de tu estado de ánimo, vas a ver más una cosa u otra”, sin embargo, las flores son las preferidas por los clientes, lo que hace de este taller un mundo de estilos y diseños. Un negocio que abre sus puertas durante todo el año pero que deslumbra en verano cuando el calor aprieta y la gente tiene algún regalo aún por hacer.

Un proceso largo que requiere máxima precisión
El proceso de fabricación de un abanico artesanal es mucho más complejo de lo que parece. Intervienen varios especialistas: el varillero, el cual trabaja las varillas de madera, principalmente de peral o arce, el plegador, responsable del ensamblaje de las piezas y finalmente la decoradora, tarea que ella misma desempeña: “Depende, o sea, una hora, 2 horas sí que se lleva. Lo que pasa que cuando estoy a lo mejor un día pinto pétalos, al día siguiente hago tallos y hago varios a la vez, entonces no le cuento el tiempo que le dedico a cada uno”.

Un negocio accesible a través de su página web, en la que no encontrarás un abanico igual, ya que el proceso es artesanal íntegramente. “Puedo pintar de manera similar, pero no hago dos abanicos iguales”, explica Julia.

Un negocio para todos los públicos
En verano, ya sea en el metro o en la calle, encontrar abanicos a un precio muy económico es algo fácil, sin embargo, la calidad se paga: “Esta autenticidad artesanal y el uso de materiales nobles encarecen el producto final, que dista mucho del abanico convencional de plástico que se suele ver en el comercio ambulante”, explica Ramos. Un producto que oscila entre los 20 y los 40 euros debido a la prohibición de ciertas maderas que se empleaban para fabricar los abanicos, pero que años atrás se prohibieron para preservar los recursos naturales.

Lejos de ser un objeto relegado a generaciones mayores, la diseñadora observa un nuevo interés entre las jóvenes, que “vuelven a interesarse por el abanico y piden modelos a medida, según sus gustos y colores favoritos”. Además, parte del atractivo de este taller reside en la libertad con la que los clientes pueden encargar regalos personalizados, con los que inmortalizar recuerdos familiares: “Si me mandas fotos de lo que a ti te representa, yo te puedo mandar un desarrollo de lo que a mí me sugiere y entre los dos nos vamos acercando”, destaca Julia. Afortunadamente, nuestra invitada puede vivir de la profesión, sin embargo, destaca una dificultad cada vez más difícil de asumir: “Cada vez hay menos abaniqueros. Es más complicado encontrar uno de verdad”.

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