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El verano se va despidiendo y con septiembre llega ese momento en el que la artesanía vuelve a coger ritmo. En mi taller ya estoy pintando pashminas, y la seda me espera paciente para transformarse en piezas únicas llenas de color.
Después del relax de agosto, septiembre me pide adelantar encargos y colecciones para poder regalarme unos días de vacaciones sin preocupaciones. La artesanía hecha a mano tiene ese doble pulso: el tiempo de creación y el tiempo de vivirla.
En mi caso, cada pashmina pintada a mano es diferente, con acabados que convierten la seda en una prenda exclusiva. El trabajo textil artesanal requiere mimo, paciencia y mucha pasión, pero siempre merece la pena.
Aún quedan días de sol y escapadas, y confieso que sigo con el verano en la cabeza, pero poco a poco el otoño y la nueva colección se hacen protagonistas en mi mesa de trabajo.
👉 ¿Y tú? ¿Cómo llevas la vuelta a la rutina después del verano?
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